viernes, 14 de octubre de 2016

Educar en defensa propia - Desde Fernando Savater


Yo no me meto en política”, lo que pasa es que la política si se mete con usted, ahí es donde definen sus derechos, su salario, su libertad; aislarse es tonto e irresponsable y sólo sirve a quien ya tiene el poder y lo ejerce en su propio beneficio y el de la élite que lo sostiene; es necesario asumir seriamente el ser ciudadano, esto exige informarse, pensar, discutir para decidir un voto o el apoyo a un líder político.

La democracia permite participar en el estado y esta se basa en la ciudadanía que empezó como un privilegio para algunos: los más ricos, los más educados, los varones; por fortuna ya el requisito es sólo ser mayor de edad; las elecciones son la base de este sistema, lo cual implica al ciudadano deberes  desde las normas, la ética y la responsabilidad; en cada votación se decide la tendencia que tomará la sociedad y esta se moverá desde la inclusión a la discriminación, desde la primacía de los derechos civiles al militarismo, desde la libertad de cultos al fanatismo, desde la equidad a la acumulación.

Dada la importancia del voto es ideal que quienes lo ejercen tengan acceso suficiente a información, educación, libertad; esto no sólo permitiría elegir mejor sino también higienizar la política, al observar a quienes practican el poder público se encuentran en abundancia los mentirosos, bandidos, mafiosos y hasta asesinos; ellos no son la excepción, son la norma, es terrible pero cierto.

Para mantenerse en el poder estos pillos aprovechan las imperfecciones de la democracia: promueven el clientelismo, se enriquecen con la corrupción, financian el proselitismo armado, avivan el desinterés y la desconexión política de las masas; así se apoderan de grandes tajadas de poder y riqueza, convirtiendo lo público en su feudo.

También hay un pequeño grupo de políticos intentando orientar un ejercicio público más limpio, más incluyente, más decente; a ellos hay que ayudarlos en su tarea, hay que acompañarlos.

El voto individual responsable es necesario pero no suficiente, “Hay que educar en defensa propia”, dice Fernando Savater, claro que sí, en democracia vale igual el voto comprado, amenazado, desinformado que el voto discutido y libre; la definición del ganador se da por la cantidad de votos no por la calidad y pulcritud de los mismos, esta realidad exige defenderse de la ignorancia, la ingenuidad, la engañifa  colectiva que asedia y convence a muchos votantes; es indispensable elevar los niveles propios de educación política y los de aquellos con los cuales se comparte la ciudadanía, para ello habrá que discutir, proponer, evidenciar las carencias e intenciones veladas de propuestas y sus promotores.

La tarea de educación política va mucho más allá de los asuntos de la razón, porque votar también tiene mucho de emocional, habrá que propender por la humanización y hasta domesticación de ese ciudadano en el cual prima el rencor, la venganza, la envidia, la avaricia; es necesario superar el salvajismo y la violencia que mueve a muchos electores.

Es una tarea retadora e imprescindible, si la evade no hay manera de cultivar mejor sociedad, los electores mal informados y perniciosos son también su responsabilidad, pero ante todo son su desgracia si ellos lo rebasan.

@jairmontoyatoro

lunes, 25 de abril de 2016

Sorprendido con la máscara abajo


El arma más eficiente de dominación y control es el engaño, el cual se puede nombrar con  eufemismos como diplomacia o buenas maneras; es muy efectivo esconder detrás de una sonrisa fingida las acciones e intenciones dañinas.

A veces la farsa es muy evidente y aparece el profundo abismo que cavan día a día los poderosos, para la muestra un Juan Carlos Echeverry, presidente de ECOPETROL, quien deja ver que para él sólo son dignos de conversación los de la élite a la que pertenece.

En la comisión Quinta de la Cámara de Representantes, se debatía la inconveniencia de hacer explotación petrolera en un área de gran importancia biológica como la Serranía de la Macarena, el Sr. Echeverry le dijo a su interlocutor: “Simplemente una persona que con una tarjeta de profesor viene a decirnos que descubrió que el agua moja...”, seguidamente pide que no lo pongan a discutir con quienes no estén a su nivel.

Echeverry  se imaginó irrespetado porque en su “pensamiento superior” es una afrenta dirigirle la palabra a quien él considera de tan baja categoría como lo sería un profesor universitario; este caso es una particularidad que demuestra como en general los que gobiernan y dirigen son falsos y mal intencionados con la gente del común.

¿Si esta es la forma de comportarse en casa ajena  y en público, como serán estos personajes en sus dominios y en privado?

Lo narrado no es la excepción, es la regla; los que rigen el país casi siempre han sido groseros y hasta traidores de la gente; bastaría con preguntar a algún líder social, indígena, negro o campesino los malos tratos que han tenido que soportar para defender los derechos de sus comunidades.

Que un ciudadano corriente pueda hablar en el congreso es un asunto excepcional, la mayoría de las solicitudes son truncadas y burladas mucho antes en las oficinas y por actuaciones de funcionarios de menor jerarquía pero igual de engreídos.

La “gente de bien” detesta los paros, las marchas, las protestas; engañan diciendo que lo único que hace falta es hablar, cuando precisamente es lo que han venido pidiendo las comunidades por largos periodos de tiempo antes de lograr una movilización; a veces se logra que el poderoso escuche y ellos utilizan este encuentro para burlarse de sus interlocutores, de su lenguaje, de su educación, de sus maneras.

Es una desgracia que tantos dirigentes del país público y privado sean personas que fingen valorar a sus conciudadanos; que mientan con discursos sobre el respeto, el bien común, la inclusión, la mejora social.

De vez en cuando se les sorprende con la máscara abajo.

Nota: Oscar Vanegas, Ingeniero de Petróleos, Magíster en Hidrocarburos es el profesor de la Universidad Industrial de Santander que fue maltratado por Echeverry; este docente es conocido por su defensa de los derechos de las comunidades y la protección de los ecosistemas.

Al día siguiente de estos hechos el presidente Santos suspendió la licencia de exploración de hidrocarburos en La Macarena; pocos días después la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales – ANLA, la revocó. 

viernes, 8 de abril de 2016

Para estos ricos su mejor negocio es robar a los más pobres


Un buen vivir se soporta en adecuada alimentación, hábitos y espacios higiénicos, sistema de salud eficaz, educación de calidad, acceso a comunicación, seguridad y justicia, etc.; por lo cual es necesario que el estado use su presupuesto de manera prioritaria en estos asuntos.

Es difícil lograr que en países como Colombia el gasto público se oriente hacia las necesidades de las mayorías, desde el punto de vista presupuestal hay logros; sobre el papel aparecen billones que supuestamente se destinan a satisfacer estos requerimientos pero la realidad es trágica.

En la historia cercana están los que se robaron el dinero para las vías, las EPS que niegan servicios de salud y usan este dinero en decoración y clubes, Agroingreso Seguro que con trampa entregó a ricos terratenientes la plata de los campesinos, el suministro de comida miserable a miles niños en los restaurantes escolares.

Da vértigo enterarse de cada nuevo escándalo en el que los protagonistas son ladrones del dinero público, mafias para estafar a los más necesitados; la mayoría de los actos de corrupción son “goles perfectos” al erario, no queda huella ni alguien que quiera encontrarla.

El 4% PIB del país se lo roban funcionarios y empresarios corruptos, a valores de 2016  esto equivale a más de $15 billones anuales, cifra tan grande  como incomprensible; en este mismo año el presupuesto público nacional para el agro son $1,6 billones, para salud $20 billones, para educación $32 billones, ISAGEN se transó en $6,5 billones. Es un inmenso atraco continuado.

Este poder podrido y corruptor tiene acaparado hasta el lenguaje, cuando se logra que los medios de comunicación hablen del tema se les nombra como “polémicos empresarios”, eufemismos que sólo los protegen de lo que son: delincuentes  inmundos que se roban los sueños y el futuro de los niños, que mantienen al campesino en la miseria y la desesperanza, que asesinan pacientes que mueren por falta de atención como consecuencia de un sistema de salud defraudado.

El daño causado por estos ladrones es inmenso, mucho más allá de las exorbitantes cifras este dinero estaba destinado a ser un multiplicador de bienestar y de construcción de un mejor país; lo que debía ser un almuerzo nutritivo, un procedimiento de salud, una carretera; lo convierten en lujo y despilfarro que se evidencia en cuentas secretas en Suiza, Islas Caimán y Panamá; en estas operaciones non sanctas aparecen centenares de “colombianos de bien”, ¿Cuál es el origen de estos recursos? ¿Por qué los ocultan? ¿Están pagando impuestos sobre ellos?

Parte del problema es que para mucha gente lo más importante es gastar y ostentar, llegando hasta idolatrar al rico, no importa que sea pillo, a ese bandido se le llama “doctor” y hasta “don”; este comportamiento avala el vivir en un país de y para delincuentes.

Esta poderosa plutocracia en lugar de ayudar a los marginados a superar su vida precaria los hunde en el fango; para estos ricos su mejor negocio es robar a los más pobres.



¿Será que hay una clase social que no sólo es la más educada, la más influyente, la más elegante, sino también la más ratera?

@jairmontoyatoro
jairmontoyatoro@gmail.com

martes, 16 de febrero de 2016

¡El poderoso a sus justas proporciones!


Existen poderosos que son abusivos congénitos, se engolosinan demostrando que para ellos no hay límites fuera de sus deseos; abundan los que se creen con derecho a ser desorganizados, a no dar instrucciones precisas, a saltarse las normas y hasta pretender que sus subalternos posean artes adivinatorias frente a lo que quieren y como debe hacerse.

¿Por qué un oficial de alto rango, con ominoso salario, que comete una infracción de tránsito abusa de su puesto para no pagar el comparendo y hace degradar al subalterno que de manera correcta impuso la multa?

Los abusivos son tema frecuente en los espacios de murmuración y desahogo del día a día, se describen hasta la saciedad sus excesos, pero hay que percatarse que más allá de la fuerza de los poderosos para atropellar, los subordinados también son responsables ya que frecuentemente encubren y hasta acolitan sus extralimitaciones; como resultado de ello nuestra cultura ha infundado en la sociedad un deslumbramiento enfermizo por quien detenta el poder.

El embobamiento lleva a tomar al superior como medida de todas las cosas sin fundamento mayor que la fascinación por aquel que sobresale en la jerarquía, se le eleva a la categoría de gran autoridad en todos los temas, siendo en muchas ocasiones apenas un aficionado de lo que opina; se le convierte en molde de gustos, chistes y hasta exclusiones.

Impresiona ver la cara excitada de alguien que narra su encuentro casual con “el doctor”, evoca con detalle cada palabra, cada gesto de una conversación intrascendente, entonces su interlocutor recuerda que en la actividad de fin de año ”el doctor” comió lechona, para dar prueba de sus momentos de terrenalidad.

Pululan defensores de los excesos del poderoso, son benevolentes y blandos sin argumento distinto que padecer como natural el comportamiento abusivo; esa idolatría muta hacia la alcahuetería que traspasa la vida personal y afecta los objetivos organizacionales; convierte la tarea en un camino donde importan más los caprichos del jefe que la calidad y pertinencia del resultado institucional.

Ejercer el poder es una función social importante y difícil, el mando debe soportarse en  la capacidad y merecimiento de quien lo detenta, en aquellos que puedan guiar al grupo de manera retadora y digna; en quienes logran que cada uno de los participantes den lo mejor de sí.

Se debe trascender de relaciones jerárquicas morbosas hacia correspondencias de liderazgo, respeto y responsabilidad; no se puede ser indulgente con quien usa mal su cargo o posición, esto también está en manos del subordinado.


¡Hay que llevar al poderoso a sus justas proporciones!