jueves, 19 de marzo de 2015

La invención del tercer mundo - Arturo Escobar

¡Es que allá si son desarrollados! Frase frecuente en conversaciones cotidianas para comparar la existencia de Latinoamérica con ese otro mundo deslumbrante y “correcto” del norte, estas expresiones siempre son peyorativas de lo propio y consecuencia del arraigo de la propaganda del “progreso”.

Desde mediados de los años 40 del siglo XX el “desarrollo” ha sido el evangelio promulgado y exigido por la casta sacerdotal actual: economistas y planificadores; ellos “describen” como se vive en estos mundos, que falta y exigen el cumplimiento de recetas para un día ser clones de ellos, de sus ostentosos “paraísos”.

Esta propuesta de “desarrollo” poco tiene en cuenta las maneras, intereses, aciertos, y saberes de la mayoría de familias, campesinos, obreros, indígenas, negros, pequeños productores y comercializadores que son su objeto” de estudio y acción.

Se esperaría que después de 60 años de discurso y actuación del “progreso” los problemas de los pobres hubieran sido resueltos, pero no es así; la exclusión y la precariedad siguen rampantes, especialmente en el mundo rural.

En Colombia los hogares rurales en pobreza (que no tienen como adquirir una canasta básica de alimentación, salud, educación, vestido) y en miseria (que pasan hambre)son el 46% y 22% respectivamente. En la zona rural en Colombia viven 14 millones de personas.

El “desarrollo” promete salvar a los “atrasados”, pero casi nunca lo logra y en cambio muchas de sus consecuencias son pueblos empobrecidos, modos de producción e intercambio desaparecidos, ecosistemas degradados y perdidos.

Al “progreso” poco se le cuestiona, poco se le pregunta por sus intenciones veladas, poco se le reclama por sus resultados ineficientes y hasta perjudiciales; por el contrario parece un chiste de mal gusto seguir esperando que para superar los problemas hay que aplicar más del mismo remedio pero en dosis más altas. ¿Esto es razonable?

Arturo Escobar investigador colombiano ha hecho un gran trabajo para entender estos modelos de “progreso”, uno de sus libros: La Invención del Tercer Mundo, describe, contrasta y propone como el discurso del “desarrollo” necesita inventar el “subdesarrollo” para nutrir los privilegios del “primer mundo” y justificar sus intervenciones en los países del “tercer mundo”.

Este libro se centra en la lógica, programas y acciones del “desarrollo” en el campo colombiano, Escobar expone y diserta desde la política internacional de Estados Unidos sobre el tema, hasta las fórmulas aplicadas en Colombia desde hace seis décadas; contenidos y acciones que casi no han variado durante todo este tiempo, sólo cambios de matices y nombres.

Debajo del discurso de “desarrollo” hay exclusión, negación, negativización de las otras maneras de existir; miles de pueblos en el mundo han cultivado otras formas económicas, sociales, de adaptación a los ecosistemas; pretender que sólo hay una manera “correcta” y es la del llamado “progreso” es por lo menos pretencioso, excluyente y dominante.

Al observar la realidad se evidencia la incapacidad del discurso y acción del “progreso” porque “después de 60 años de recetas de crecimiento económico, endeudamiento perpetuo y exclusión” no han logrado solucionar los problemas que prometían superar; hay cambios en acceso a salud, educación, información pero sólo para segmentos escasos de población; las inmensas mayorías siguen excluidas de este festín prometido, y peor aún, muchas comunidades han sido perjudicadas al ser avasalladas sus tierras, sus costumbres, sus arreglos económicos, sus saberes.

Al otro extremo de los pobres crecen de forma enfermiza la acumulación, el despilfarro, el pensar y actuar excluyentes y dominantes que tanto disfrazan de formas caritativas y bienhechoras. Para que este pequeño grupo siga aumentando sus privilegios es necesario que gran parte del mundo tenga que seguir perdiendo sus tierras, entregando sus salarios por apenas la sobrevivencia y vendiendo sus materias primas y productos por precios que ni siquiera pagan los esfuerzos necesarios para generarlos.

El actual modelo de “desarrollo” no es una senda que todos los países puedan caminar y llegar a un mejor lugar, sino que nutre el sistema “centro – periferia” en el cual en la mitad están los pocos grupos de alto ingreso y allá en las afueras están las inmensas mayorías como despensas de mano de obra, materias primas y ecosistemas baratos.

Este “desarrollo” no valora lo existente en estas tierras, parte de sus prejucios pontificando que lo que se hace y como se hace en estos lugares “atrasados” no es correcto; están mal  la organización comunitaria, la solidaridad, las formas de producción, las formas de intercambio, los saberes; todo eso está mal y lo “bueno” es que estas sociedades se viertan en el mercado, la bancarización, el consumo desaforado y el crédito eterno.

En el Sur se deben reencontrar, encontrar y cultivar las maneras propias de vivir, para ello hay que estudiar juiciosamente lo propio y las teorías del “desarrollo”, contrastar todo, someterlo a tensión, a discusión y como fruto seguir cultivando, divulgando y defendiendo las múltiples realidades y arreglos socioeconómicos que permitan un digno vivir en estos territorios.

@jairmontoyatoro


 Ir al libro La Invención del Tercer Mundo de Arturo Escobar

viernes, 6 de marzo de 2015

Informe Planeta Vivo 2014

Los humanos en su proceso evolutivo y cultural han intervenido los ecosistemas que habitan, de hecho hay evidencia de pueblos que colapsaron como consecuencia de la degradación ocasionada a sus ecosistemas, por ejemplo Los Mayas en Centroamérica o El Imperio Khemer en Asia; lo particular del momento actual es que los humanos ya no sólo intervienen en algunos ecosistemas sino en la biosfera como totalidad; es una peligrosa realidad.

Tratar de entender la magnitud de lo que comúnmente se denomina “crisis ambiental” es una tarea que exige profundidad y amplitud en la información, además de análisis rigurosos.

WWF es una organización que ha hecho un gran trabajo para aportar información, análisis y rutas que permitan comprender la magnitud de lo que sucede; uno de sus frutos más relevantes es el Indice de vida del planeta, el cual se basa en el seguimiento a más de 10.000 poblaciones representativas de mamíferos, reptiles, aves, anfibios y peces.

En el Informe Planeta Vivo 2014, WWF divulga estudios que analizan datos desde 1970 y lo que evidencian es que al año 2010, las 10.000 poblaciones observadas han reducido sus tamaños en un 52%, tomando como año base 1970; toda una calamidad; pero la situación es aún peor cuando se estudian los datos de Latinoamérica, en esta región  la pérdida de tamaño de poblaciones es del 83%; sólo quedan 17 individuos de cada 100 que existían 40 años antes.

La situación es más grave donde hay mayores índices de Biodiversidad, es importante recordar que Brasil, Colombia, Perú están entre los países megadiversos y están en la zona que se describe de mayor pérdida de especies.

Al abordar el peso de las diversas amenazas a las especies el informe las describe así: 37% la explotación, 48% la degradación o pérdida de hábitat, 7% cambio climático, 5% especies invasoras, 4% contaminación y 2% enfermedades; como se puede evidenciar el origen de la gran mayoría de las amenazas es el Homo sapiens.

La arista más protuberante de la modernidad es su modelo de producción-consumo, en el cual la gran dictadora es la economía, desde donde se impulsa el crecimiento ilimitado; lo anterior vale la pena ponerlo en contraste en un biosfera finita, ¿acaso eso es esto razonable? No es posible el crecimiento infinito (de la economía) dentro en un sistema finito (la biosfera).

Como evidencia el Informe Planeta Vivo 2014, el publicitado Desarrollo Sostenible, que viene siendo promovido hace ya tres décadas no está ni siquiera logrando contener la tendencia de pérdida de biodiversidad, la evidencia es contundente.

Los organismos no existimos separadamente, todos hacemos parte de un mismo tejido en el cual interactuamos con otros organismos y con elementos abióticos, la escasez o pérdida de alguna especie significa el descalabro de una trama de vida que va mucho más allá de la especie misma, y por lo tanto se generan ondas de degradación o pérdida en otros niveles de la red de la vida.

Tratar de pensar lo ambiental exige acercarse a las tramas de vida, cuando lo ambiental sólo son normas comerciales como las ISO y estrategias similares no se va más allá de un abordaje administrativo y de negocio que apenas toca superficialmente el problema; cuando alguien habla del cuidado del ambiente o la naturaleza sin comprender-sentir lo relacionado con las tramas de vida, muy seguramente está sólo “echando cuento”.

La gran amenaza a los ecosistemas naturales es nuestro actual modelo de “desarrollo” que implica relaciones producción-consumo voraces, glotonas y además excluyentes; seguir repitiendo el modelo preponderante es continuar el camino al abismo que el Informe Planeta Vivo 2014 demuestra.

El reto actual es encontrar formas de habitar más respetuosas con los ecosistemas y eso incluye a productores y consumidores; hay rutas para vivirlo y crearlo en conceptos como economías locales vibrantes, producción de ciclo cerrado, pero ante todo esta sociedad deberá contenerse frente al consumo excesivo, el derroche y la acumulación enfermiza.

@jairmontoyatoro


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