"... Hoy los colombianos
somos víctimas de los tres grandes males que echaron a perder a Macondo: la
fiebre del insomnio, el huracán de las guerras, la hojarasca de la compañía
bananera. Vale decir: la peste del olvido, la locura de la venganza, la
ignorancia de nosotros mismos que nos
hizo incapaces de resistir a la dependencia, a la depredación y al saqueo.
La exuberante Colombia parece haber
perdido la memoria, parece haberse extraviado en su territorio, como esos personajes de Rivera a los que se tragó la
selva, y parece haber perdido toda
confianza en sí misma, hasta el punto de no creer que haya aquí ninguna
singularidad, ninguna fortaleza
original para dialogar con el mundo. Es, por supuesto, una mala ilusión, porque
el mundo sabe, a veces mejor que Colombia
misma, que el país está lleno de originalidad y de lenguajes vigorosos. Pero es necesario que Colombia lo sepa
también..."
"... Reconocerse en
sí misma es el gran desafío de la Colombia presente. Mientras los
colombianos no tengamos un lenguaje
común para hablar de nuestro territorio, y no tengamos un relato compartido de los mitos y de los símbolos
que nos unen, será muy difícil cumplir juntos las tareas que nos está reclamando la historia. Un país sólo vive en
confianza, sólo se constituye como nación
solidaria cuando comparte una memoria, un territorio y unos saberes originales.
No basta tenerlos, es necesario compartirlos. La
urgente tarea de refundación de Colombia es
antes que todo una tarea cultural: debemos emprender una gran expedición
por el olvido, debemos pronunciar un
conjuro contra la venganza desde las encrucijadas de nuestro territorio en peligro, debemos vivir una original
aventura estética, mirando la naturaleza equinoccial, las ciudades nacidas del choque de la modernidad
con la tradición, y explorando las riquezas del mestizaje, para encontrar los rostros y los lenguajes que definen
nuestro lugar en el planeta..."
"... El asesinato es
un arma política común, y también un
instrumento siniestro de control social. Pero tal vez lo que permite que la venganza recurra al crimen
para dirimir los conflictos es esa idea de que los seres humanos se borran con la muerte. Lo que
impidió que los muertos de la dictadura Argentina se perdieran en el olvido fue que las Madres de la Plaza de Mayo los
sacaron a la calle día tras día y año
tras año: es así como se demuestra que el amor es más poderoso que la muerte.
Aquí es necesario despertar a los
muertos, pedirles que sigan vivos en el corazón de quienes los amaron, que nos acompañen en una larga fiesta por la
vida. Los Wayúu suelen atar con cintas rojas las manos y los pies de quienes han sido asesinados, para que el
asesino no pueda olvidar que ha
cometido un crimen. Cuando hayamos cumplido esa labor poética y mítica
de despertar a los muertos, de
convertirlos en aliados de la vida, cuando hayamos demostrado que no es tan
fácil matar del todo a un ser humano,
la venganza tendrá que inventarse otras formas de dirimir sus conflictos, y no podrá creer que se elimina
una contradicción eliminando a los contradictores..."
acostumbrado a vivir bajo la sombra mítica de un monstruo que se finge eterno, omnipresente y omnipotente. Ese monstruo se llamó Sangrenegra y Desquite, se llamó Fabio Vásquez y Javier Delgado, se llamó Gonzalo Rodriguez Gacha y Pablo Escobar, y aunque cíclicamente caía en poder de la justicia o bajo una lluvia de balas, mostrando que no era más que un pobre ser resentido y vengativo, sigue imperando por el miedo sobre la sociedad y, a pesar de su muerte, vuelve a alzarse una y otra vez, con otro nombre y otros discursos, creyéndose de nuevo el dueño del país, el que decide quien vive y quien muere, quien permanece en el territorio y quien se va de él.
¿Qué hace que Colombia se haya habituado a vivir bajo la gravitación de ese monstruo inevitable siempre significativo y siempre insignificante? Tal vez lo que tiene que ser conjurado no es el monstruo particular, por el que sus propios patrocinadores y voceros terminan sintiendo terror, y al que finalmente destruyen, sino la costumbre colectiva de estar a la vez fascinados y aterrorizados con él. Como el mítico Minotauro de Creta, que exigía a cada año el tributo de la sangre joven de la isla, este monstruo parece ineluctable, pero es verdadera la interpretación que hizo de él Borges en su relato "Asterion": la principal necesidad del monstruo es la de desaparecer, y lo único que verdaderamente lo sostiene es el temor que la sociedad le profesa.
Este es un país peligroso pero valiente. La gran mayoría de la sociedad está compuesta por seres valerosos que cada mañana salen a las calles desarmados, a luchar por la vida, a trabajar y a crear. Sin embargo, se ha extendido la creencia que los valientes son los tenebrosos guerreros que necesitan andar armados hasta los dientes y que se jactan de perdonar a todos los demás el atrevimiento de existir.
Nuestro gran desafío es ayudar al monstruo a desaparecer. Y para ello es fundamental cambiar nuestras ideas de la valentía y de la cobardía. Es el monstruo el que tiene miedo, es por eso que anda armado y enloquecido, y Colombia debe vivir la fiesta de reírse del monstruo, desarticularlo como a esos muñecos de carnaval de los que cada miembro de la comparsa lleva una parte y que a veces se disgregan ante los ojos regocijados de los niños..."
"... Nuestra sociedad tradicionalmente pobre, que nunca vivió la prosperidad de México o La Habana en el siglo XVIII, de la Argentina a comienzos del XX, de Venezuela a mediados de siglo, nuestra sociedad, arrojada a una lucha desamparada y solitaria por lo material, aislada en individuos que crecieron en la falta de estímulos y la abundancia de obstáculos, en manos de clases dirigentes sin carácter que nunca dirigieron nada, está comprendiendo tardíamente que la mayor riqueza posible es la menos palpable: el privilegio de compartir una realidad donde sea posible confiar en los demás, y que los demás confíen en nosotros..."
"... Colombia necesita reconocerse en Macondo, necesita curarse del olvido, curarse de la venganza y curarse de la ignorancia de sí misma, y sólo podrá lograrlo viajando por el olvido, despertando a los muertos, contando y cantando los secretos de su continuo vivir en peligro, conjurando los fantasmas del miedo, y emprendiendo un diálogo nuevo con el mundo. Ello reclama una aventura vital festiva y múltiple, enriquecida por los lenguajes del arte, que brote de la comunidad sin exigir el patrocinio del Estado, y donde cada colombiano pueda sentirse y actuar como protagonista. Una iniciativa autónoma de la cultura colombiana para abrir el país a los creadores y artistas del mundo, a todos los que quieran vincularse como acompañantes y amigos en una Expedición de Colombia por su propia memoria, por la vastedad de su territorio, reconociendo la originalidad de sus sueños y de sus lenguajes..."
"... Nuestra sociedad tradicionalmente pobre, que nunca vivió la prosperidad de México o La Habana en el siglo XVIII, de la Argentina a comienzos del XX, de Venezuela a mediados de siglo, nuestra sociedad, arrojada a una lucha desamparada y solitaria por lo material, aislada en individuos que crecieron en la falta de estímulos y la abundancia de obstáculos, en manos de clases dirigentes sin carácter que nunca dirigieron nada, está comprendiendo tardíamente que la mayor riqueza posible es la menos palpable: el privilegio de compartir una realidad donde sea posible confiar en los demás, y que los demás confíen en nosotros..."
"... Colombia necesita reconocerse en Macondo, necesita curarse del olvido, curarse de la venganza y curarse de la ignorancia de sí misma, y sólo podrá lograrlo viajando por el olvido, despertando a los muertos, contando y cantando los secretos de su continuo vivir en peligro, conjurando los fantasmas del miedo, y emprendiendo un diálogo nuevo con el mundo. Ello reclama una aventura vital festiva y múltiple, enriquecida por los lenguajes del arte, que brote de la comunidad sin exigir el patrocinio del Estado, y donde cada colombiano pueda sentirse y actuar como protagonista. Una iniciativa autónoma de la cultura colombiana para abrir el país a los creadores y artistas del mundo, a todos los que quieran vincularse como acompañantes y amigos en una Expedición de Colombia por su propia memoria, por la vastedad de su territorio, reconociendo la originalidad de sus sueños y de sus lenguajes..."
William Ospina
Apartes del ensayo Colombia en el planeta
Buena tarde apreciado Jair. Muchas gracias por todas sus publicaciones y compartires desde el SUR.... me hizo reflexionar en muchas cosas, en mi actitud de vida y en como me desempeño frente a mi contexto, ya que muchas veces alentamos ODIOS HISTORICOS que no conducen sino a culparnos, flagelarnos y en el peor de los casos ESTANCARNOS, sin una actitud de cambio vital frente a lo que pensamos, decimos y actuamos... Me parece interesante lo que comentan los filósofos, pero realmente es importante la FILOSOFIA DE VIDA, lo que dice uno u otro es esencial escuchar y aprender, ya que ningún ser humano ni cultura tiene un conocimiento totalmente acabado y perfecto, ni tampoco UNA VERDAD sino que es una construcción permanente, máxime si somos la mezcla de tantas razas... y raza como NIVEL DE CONCIENCIA, no como color de piel. Qué dices y haces tú con lo que aprendes'? ¿ construyes o destruyes? ¿eres revolucionario hacia que lado? ya que la historia también nos ha demostrado que debemos mejorar el rumbo y se puede realizar si cada uno aporta a un mundo, a una Colombia rica en muchos aspectos pero decadente en otros.
ResponderEliminarBuenas tardes María Esperanza... gracias por su mensaje que anima a seguir avivando este espacio... Me gusta mucho leerla nuevamente, pensar en sus reflexiones y propuestas...
EliminarMe gusta mucho lo que usted dice desde el sentir el escrito y la propuesta de William Ospina, SI hay que intentar soltarnos de los odios atávicos, hay que soñarnos y ser consecuentes con una mejor manera de vivir nuestra Colombia... y como lo dicen William Ospina y usted: esto no pasa sólo por los especialista, sino por la socialización generalizada y por el sentir y actuar humano de la mayoría de nosotros...
Continuamos en cordial contacto, reitero y mi gratitud y gusto por leerla.
jair
Apreciado Jair:
ResponderEliminarLo felicito por su excelente pagina y el sinigual servicio que presta.
Carlos
Buenos días Carlos, muchas gracias por su bonito comentario es alimento para seguir cultivando esta propuesta que busca mirarnos a nosotros mismos, encontrarnos y hablar de ello.
EliminarCordialmente.
jair
Gracias Jair, por compartir el texto, me encanto.
ResponderEliminarcordial saludo.
Néstor
Buenos días Néstor, gracias por el mensaje... Esa es la intención de Conversar, Sentir y Pensar... Desde el SUR, mirarnos, conocernos, pensarnos, soñarnos... desde lo que somos en este territorio; y claro William Ospina es un gran faro para este propósito.
EliminarCordialmente.
jair
Mi país, ay, mi hermoso país..... de cumbres nebulosas,
ResponderEliminarde jardines colgantes, y de asesinos delirantes..
Vallejofer... buenos días... me agrada saludarlo nuevamente...
ResponderEliminarMuy bonito su verso... me gusta mucho...
Cordialmente.
jair
Buenos días. Estoy trabajando un taller de lectura con chicos de los colegios del Municipio de Bello, Antioquia y me gustaría trabajar el texto Colombia en el Planeta de William Ospina, Deseo realizar un taller de comprensión lectora para desarrollarlo con los chicos, y para ello me gustaría saber si usted podría colaborarme con algunas preguntas insertas en el documento, para este trabajo.
ResponderEliminarQuedo atento.
Muchas gracias.
tengo un trabajo de investigación donde tengo que dar dos ideas principales sobre Colombia en el planeta para si me puedes ayudar
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