miércoles, 3 de diciembre de 2014

Crónicas de un inminente etnocidio en el cañón del río Cauca - Hidroituango

Cuando un pueblo o una etnia desaparecen, bien sea porque sus individuos dejan de existir o los pocos que quedan son absorbidos por otra cultura, la humanidad pierde un mundo, una cosmogonía, una manera de habitar.

Para desaparecer como pueblo no sólo hay que morir, basta tener que integrarse a otro mundo, como el de las grandes ciudades, donde en la inmensa mayoría de los casos los recién llegados se incorporan a la gran masa de excluidos urbanos que apenas sobreviven.

Un etnocidio es una pérdida irreparable.

América ha sufrido etnocidios generalizados desde hace 500 años; ¡Qué poco queda de los pueblos originarios de estas tierras! Y los que aún sobreviven siguen siendo arrinconados, vilipendiados y hasta extinguidos.

El caso de los Nutabe en los andes de Colombia, en el cañón del río Cauca es una muestra contundente del drama que hoy siguen padeciendo los pueblos originarios y sus descendientes. Hace 500 años las razones de los abusadores eran el oro, durante la colonia lo fueron las plantaciones y hoy los abusivos tienen la máscara del “desarrollo o progreso”.

En el territorio ancestral de los Nutabe se construye la Gran Represa de Hidroituango.

Es recurrente como el inveterado olvido estatal hacia las poblaciones marginadas sólo aparenta desaparecer cuando el “desarrollo” exige de estos habitantes abandonados  sus tierras y como consecuencia de ello borra su manera de vivir, de relacionarse, sus costumbres, sus prácticas, su conocimiento.

El “desarrollo” es una palabra que han cargado de ilusión, con la cual pretenden y han logrado “deslumbrar” a la sociedad actual; parece que los “conquistadores” sólo han cambiado las cuentas de vidrio por otros artilugios del siglo XXI; es tan eficaz su discurso que inclusive han hecho sentir que por el “progreso” vale la pena sacrificarlo todo y a todos; ofrendar el lugar que se habita, la cultura, la historia y hasta pueblos enteros.

La promesa del “desarrollo” es que a la vuelta de la esquina espera un mundo fácil y pletórico de felicidad para todos; los expertos en desarrollo -normalmente políticos no muy bien informados y/o intencionados y empresarios bien informados y no siempre bien intencionados- dicen que sólo hay que seguir sus indicaciones, sus reglas, sus exigencias y la magia del “progreso” llevará a todos al paraíso prometido.

¡Cómo no deslumbrarse con la energía eléctrica! ¡Cuánto dependemos de ella! ¡Cuántos beneficios y excesos colma! Pero también cuánto de su historia, propósitos y forma de generarla ignoramos, por ejemplo los miles de desplazados como consecuencia de proyectos hidroeléctricos.

Se dice que la energía eléctrica sólo podrá ser “buena”, sólo podrá llevar alegría a todo el mundo; pero esa no es la verdad completa de una sociedad cada vez más voraz y glotona de energía; los humanos nunca habíamos usado tanta energía como hoy, pero estamos lejos de saciarnos y se exige más y más de ella; no sólo para el bienestar de amplias poblaciones sino especialmente para el exceso de unos pocos privilegiados.

No hay que seguir viviendo el “desarrollo” como un dogma, hay que ponerlo en tensión, hay que buscar su justo medio, hay que revelar no sólo sus beneficios sino también sus precariedades, sus limitaciones, su capacidad excluyente y en muchas ocasiones las perversidades de quienes lo usan como antifaz.

El libro Crónicas de un inminente etnocidio en el cañón del río Cauca, escrito por el antropólogo Jorge Eliécer David Higuita, da cuenta de la actualidad del pueblo Nutabe y las consecuencias sobre ellos del proyecto Hidroituango; en este libro se dan a conocer tramas de la región que será inundada para esta gran represa.

Lo narrado en el libro es la historia en un momento concreto, contado desde la vida de centenares de Nutabes y de otros habitantes del territorio; pero esta no es una historia exclusiva de ellos, esta es la realidad que se repite en millones de seres humanos que no tienen siquiera historia, esta es la cotidianidad de los olvidados, de los desposeídos, de los ignorados, de los excluidos, de los desalojados, los cuales también son una expresión del llamado “desarrollo o progreso”.

@jairmontoyatoro
jairmontoyatoro@gmail.com




https://drive.google.com/file/d/0BxTkwaQhBwkcVXVmbmlMWURQSFk/view?usp=sharing

5 comentarios:

  1. Excelente e interesante. Felicitaciones y adelante con este importante blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su mensaje... Aquí seguiremos ayudando a Conversar, Sentir y Pensar... Desde el SUR.

      Eliminar
  2. q bien, para progresar como pueblo es importante conocer y respetar nuestros antepasados, que lindo si todos los colombianos entendieramos el mensaje y nos liberaramos de una vez por todas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El "progreso" no debe ser vivido como un dogma, ha ofrecido bienestar a la huamnidad, pero también tiene un lado excluyente, oscuro, dañino que hay que evidenciar y discutir para cultivar un mejor vivir humano, más incluyente, más respetuoso no sólo de los humanos sino de toda la trama de vida de la que hacemos parte.

      Eliminar
  3. BUENAS NOCHES. Un saludo muy especial. Les envío el comunicado sobre los recientes desalojos que amenazan a la población barquera y campesina, este esta programado para el día de mañana en el municipio de Toledo. Les pido por favor estar atentos a lo que pueda sucedernos y difundir este comunicado, muchas gracias.

    http://debatehidroituango.blogspot.com/2014/12/desalojo-forzoso-desplazamiento-de.html

    Isabel

    ResponderEliminar