viernes, 22 de febrero de 2013

De la ética del trabajo a la estética del consumo - Luis Horacio Hincapié. La identidad fragmentada...

La identidad fragmentada, una actualización psicosocial

El cambio de referentes, genera unas lógicas de pensamiento, acción y relación distintas. Para BAUMAN, (2.000) se ha pasado de una ética del trabajo a una estética del consumo.

La ética del trabajo estaba sustentada en una sociedad de productores, orientados hacia la adquisición de capacidades y la voluntad de producción; la lógica de la producción es la creación, es darle forma a lo difuso, es darle vida a lo inerme, es encontrarle a las cosas su utilidad y uso práctico y desde el punto de vista ético, contribuir al progreso de la humanidad.

La estética del consumo está orientada a la destrucción, a quitarle existencia a las cosas, a agotarlas hasta aniquilarlas, a despojarlas de su encanto hasta que dejen de despertar nuestros deseos, de satisfacer nuestros apetitos y dejen de ser aptas para el consumo. En la acepción habitual del término, consumir es: Comer, utilizar, jugar, usar; es apropiarse de las cosas impidiendo el uso de otros sin nuestro consentimiento.

La ética del trabajo servía como referente para la construcción de identidad y de proyecto de vida, era factor de ubicación social y de evaluación personal, permitía la formación del carácter social, aseguraba el sustento, definía el lugar al que se podía aspirar o reclamar, determinaba derechos y obligaciones frente a la vida, era fuente de confianza o inseguridad y regulaba el orden social; Los que no encajaban en ese orden eran básicamente los desempleados y los inválidos y la gente útil a la sociedad eran los trabajadores, los cuales por estar dentro del orden, podían mantenerse alejados de los impulsos irracionales.

Los referentes que se desprendían del trabajo cumplían el papel de servir como herramienta básica para la elaboración de un proyecto de vida y la construcción de una identidad finalista, para toda la vida.

La estética del consumo, valora a aquellos que tengan la voluntad y la capacidad de consumo, a aquellos en el que el principio teleológico del carácter, que le señala a este una construcción con tendencia futura y finalista, es decir, que orienta la toma decisiones hacia el largo plazo, hacia lo duradero, esté resquebrajado.  Un buen consumidor debe tomar decisiones para el corto plazo, cuyo lema sea la provisionalidad, con tendencias a lo efímero y lo volátil.

Desde esta óptica, cualquier identidad debe tener el don de la flexibilidad, debe ser cambiable y estar abierta a todas las opciones, a todas las oportunidades que da la vida; solamente basta estar en el lugar indicado y en el momento indicado; se deben saber ubicar las ferias de oportunidades, para poder aprovecharlas.

Los buenos consumidores no deben aferrarse a nada, ni comprometerse con nada, deben ser susceptibles de fácil seducción e inclinados a perder en forma rápida el interés por las cosas, en donde el compromiso con estas sólo dure hasta consumirlas, hasta hacer desaparecer el deseo.

Mientras la sociedad de productores exigía gente con hábitos de disciplina fuertemente arraigados, la sociedad de consumidores ofrece un mercado que brinda libertad, la entera sensación que son ellos los que eligen, los que critican y mandan, pero que deja atrapada a la gente en la trampa del consumo permanente, so pena de ser excluido del grupo de los privilegiados.

“El miedo ha crecido en nuestra sociedad actual, los desplazamientos de lo público a lo privado son la constante, la gente se retira de los espacios centrales de la discusión sobre los asuntos colectivos, los cuales son vistos como amenazantes, para refugiarse en la casa, en los espacios privados y en últimas en su individualidad, es una huida del mundo al yo. Proliferan las cerraduras, los sistemas de seguridad, las comunidades cerradas y cercadas. El miedo se concentra en el interior del individuo asumiendo formas paranoides, que lo llevan a preocuparse menos por lo colectivo, por la integridad y fortaleza de la ciudad en que vive, como propiedad y garantía de seguridad individual, que por el aislamiento y la fortificación del propio hogar.

La consigna es no solidarizarse con el otro sino evitarlo, separarse de los demás como estrategia de supervivencia. No se trata de amar u odiar a los demás sino de mantenerlos a distancia, para evitar la amenaza.”

Luis Horacio Hincapié - La identidad fragmentada

jairmontoyatoro@gmail.com

@jairmontoyatoro


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8 comentarios:

  1. Gracias jair ... ahi me voy empapando . El primer articulo ( Sobre la etica del consumo etc ... ) me trae a memoria un libro muy profundo sobre este estilo de vida , del maestro ERICH FROHM ( Ser o Tener ) . Es un clasico en la materia.

    saludos.

    F. Grisales L

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    1. Hola Francisco, que bueno saludarle, que bueno que este espacio nos permita compartir.

      Si, tiene usted razón Fromm es un gigante de la psicología social, vale la pena leerlo y releerlo, próximamente en el blog publicaré algunos apartes de su libro "El miedo a la libertad".

      Seguimos en contacto.

      Cordialmente.

      jair

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  2. Muy buena pagina gracias.

    Nelson A.

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    1. Buenos días Nelson, gracias por el comentario, aquí seguiremos buscando que este espacio nos permita conversar y pensar de nosotros.

      Cordialmente.

      jair

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  3. ya entrò
    que bacano que incluyas a luishoracio, sicòlogo, compañero de facultad, docente de los buenos
    ya se nos fue, por cierto.

    saludos

    Julián M.

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    1. Hola Julián, estoy de acuerdo con usted, es un acierto mantener el pensamiento de Luis Horacio entre nosostros, es la mejor manera de que no se nos vaya.

      Seguimos aquí buscando espacios para Conversar y Pensar... Desde el SUR.

      Cordialmente.

      jair

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    1. Hola mi amigo Viveros, que bueno saludarlo; aquí seguimos buscando espacio para mantenernos cerca, conversando de lo que nos interesa e influye.

      Con admiración y aprecio.

      jair

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