jueves, 15 de agosto de 2013

Desarrollo a Escala Humana - Manfred Max Neef, Antonio Elizalde y Martín Hopenhayn

Antonio Elizalde habla sobre El Progreso (Video)

"Hábitos y sesgos en los discursos del desarrollo

... Vivimos y trabajamos una historia que desconoce la sub-historia que la hace posible. De allí que observamos cotidianamente las graves des-articulaciones que se dan entre las actuaciones de las cúpulas políticas y las aspiraciones e impulsos que se desencadenan en los sectores populares. 

Buscamos justificación para nuestras acciones en los planteamientos o pensamientos que atribuimos a nuestro difunto héroe de turno, sin siquiera percatarnos de la sabiduría del hombre y la mujer que siembran el maíz y que, al compartirlo en la olla común, logran sobrevivir, no por lo que hemos hecho, sino a pesar de lo que no hemos hecho.

Vivimos y trabajamos modelos de sociedad que desconocen la complejidad creciente de la sociedad real en que estamos inmersos. De allí que observamos el quehacer febril y obsesionado de los tecnócratas que diseñan soluciones antes de haber identificado el ámbito real de los problemas.

La justificación de los modelos la buscamos en los modelos mismos, de manera que cuando las soluciones fracasan, no es por fallas del modelo, sino por trampas que hace la realidad. Esa realidad que se hace presente no se percibe como un desafío que hay que enfrentar, sino como un obstáculo que hay que domesticar imprimiendo aun mayor fuerza en la aplicación reincidente del modelo.

Vivimos y trabajamos la importancia orientadora de nuestros conocimientos formales adquiridos. De allí que observamos en tantos dirigentes un miedo patológico al protagonismo y a la libertad. El pueblo esta para ser orientado, aun por aquellos que se dan el lujo de desconocer la orientación del pueblo. Asi se diseñan programas para "concientizar", porque por alguna extraña razón se supone que el que sufre no sabe por que sufre, y al que le va mal no sabe que es lo que lo aqueja.

Vivimos y trabajamos la construccion de un orden, sin entender lo que es ordenable ni lo que estamos ordenando. 

De allí que observamos el culto fetichista por la forma, como manera de ocultar el temor inconsciente a las incertidumbres que encierra el fondo. Confundimos así la ley con la justicia y el reglamento con la eficiencia. Identificamos la generosidad con la limosna y la participación con la reivindicación concedida. Utilizamos las palabras sin respetar su contenido y acabamos así construyendo caricaturas en vez de contextos coherentes en los cuales sustentar la construcción de nuestros proyectos de vida individuales y colectivos.

Conscientes de todo lo expuesto, la propuesta que hemos elaborado no es un modelo. Es una opción abierta que solo se justifica en la medida en que se la asuma y entienda como construcción permanente. Nada en ella pretende exhibir el rango de solución definitiva, porque entendemos que el ser humano y todo su entorno son componentes de un fluir permanente que no puede detenerse con milenarismos ni menos con ocasionalismos..."

Tomado del libro Desarrollo a escala humana pág. 18

De esta manera Manfred Max Neef, Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn nos invitan a leer su libro Desarrollo a Escala Humana, un referente fundamental que propone "una economía al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía"; en su obra integradora hacen propuestas audaces para caminar hacia una economía como subsistema de la biósfera, hacia una economía humana...

jairmontoyatoro@gmail.com
@jairmontoyatoro


La invención del tercer mundo - Arturo Escobar


"Por casi cincuenta años, en América Latina, Asia y África se ha predicado un peculiar evangelio con un fervor intenso: el “desarrollo”. Formulado inicialmente en Estados Unidos y Europa durante los años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial y ansiosamente aceptado y mejorado por las élites y gobernantes del Tercer Mundo a partir de entonces, el modelo del desarrollo desde sus inicios contenía una propuesta históricamente inusitada desde un punto de vista antropológico: la transformación total de las culturas y formaciones sociales de tres continentes de acuerdo con los dictados de las del llamado Primer Mundo. Se confiaba en que, casi que por fiat tecnológico y económico y gracias a algo llamado planificación, de la noche a la mañana milenarias y complejas culturas se convirtieran en clones de los racionales occidentales de los países considerados económicamente avanzados.

El presente libro narra el surgimiento de este sueño, y cómo poco a poco se tornó en pesadilla. Porque en vez de la tan anhelada transformación, parece que el desarrollo solo hubiera logrado multiplicar al infinito los problemas socioeconómicos de Asia, África y América Latina. Basta una mirada superficial a los paisajes biofísicos, económicos y culturales de la mayor parte del Tercer Mundo para darse cuenta de que el desarrollo está en crisis, y que la violencia, pobreza y deterioro social y ambiental crecientes son el resultado de cincuenta años de recetas de crecimiento económico, “ajustes estructurales”, macroproyectos sin evaluación de impacto, endeudamiento perpetuo, y marginamiento de la mayoría de la población de los procesos de pensamiento y decisión sobre la práctica social.

El enfoque del libro es posestructuralista, en el sentido de que parte del reconocimiento de la importancia de las dinámicas de discurso y poder en la creación de la realidad social y en todo estudio de la cultura. El desarrollo, arguye el estudio, debe ser visto como un régimen de representación, como una “invención” que resultó de la historia de la posguerra y que, desde sus inicios, moldeó ineluctablemente toda posible concepción de la realidad y la acción social de los países que desde entonces se conocen como subdesarrollados.

El libro retoma los hitos más importantes de esta historia, analiza el papel de los economistas y planificadores en ella, y se detiene a examinar en detalle las estrategias de desarrollo concernientes a los campesinos, las mujeres y el ambiente. Como lo sugiere el título, y como se discute en la conclusión, el desarrollo y el mismo Tercer Mundo están en vías de desmoronarse.

Esto ocurre no tanto porque el Segundo Mundo (las economías socialistas de Europa del este) haya desaparecido y la sagrada trinidad del orden mundial de la posguerra esté llegando a su fin, sino por el fracaso rotundo del desarrollo en términos de sus propios objetivos, y gracias a la creciente resistencia y oposición a él por parte de un número cada vez mayor de actores y movimientos sociales de importancia. Las voces que claman por el fin del desarrollo como experimento histórico que ha llegado a su fin crecen cada día.

Confiamos en que al tratar de escribir su obituario, como pretendemos aquí junto a otros estudios que comparten el presente enfoque, contribuimos a imaginar alternativas, cambios de rumbo, otras formas de representar y diseñar nuestras múltiples realidades sin reducirlas a un patrón único ni a un modelo cultural hegemónico.

¿Es posible imaginar una era posdesarrollo de este tipo en contextos de globalización de la producción económica y cultural? Pensamos que sí. 

Por un lado, la internacionalización de la economía no puede ser negada; pero las llamadas “aperturas” en América Latina no exhiben ninguna imaginación; son en general una adaptación pobre a las recetas neoliberales ideadas en otras latitudes; benefician a capitalistas y sectores dominantes del mundo y perjudican a los trabajadores, al ambiente, a los subalternos y a las culturas diferentes. 

Se impone repensar las condiciones para participar en los espacios transnacionales. Por otro lado, si bien la expansión tecnocientífica es irreversible, no tiene que ser catastrófica para los grupos populares y el ambiente. ¿Cómo es posible alterar sus finalidades y modos de operación? Esto requiere inventar prácticas sociales que relacionen los procesos sociales, económicos y políticos con las transformaciones tecnocientíficas, las creaciones artístico-culturales, y los esfuerzos por superar los graves problemas socioeconómicos que afectan a la mayoría de la población. Hoy en día, todos los sistemas políticos están abocados a esta tarea, la cual supone la invención de identidades subjetivas, de otras superficies de vida, verdaderamente nuevos territorios existencialistas.

En resumidas cuentas, es posible imaginar nuevas formas de organizar la vida social, económica y cultural; los sistemas económicos y tecnológicos pueden ser reorientados. No solo la voluntad paranoica de los que poseen el poder –capitalistas, narcotraficantes, políticos convencionales, violentos de todo tipo– puede capturar los deseos colectivos; estos también pueden ser codificados por proyectos liberadores. 

En países como Colombia, los llamados “kínderes” de políticos jóvenes han fracasado no por jóvenes sino por haber entregado su capacidad de imaginación al statu quo. 

esta pobreza conceptual se opone con frecuencia la actividad de aquellos que, como algunos movimientos sociales e intelectuales disidentes, ven en lo económico y tecnocientífico no el material para una irresponsable aventura más en desarrollo sino la posibilidad de inventar nuevas formas de ser libre. A esto llamamos posdesarrollo."

jairmontoyatoro@gmail.com
@jairmontoyatoro


Arturo Escobar es un antropólogo, investigador y profesor colombiano que ha trabajado en temas como ecología, política, pobreza, antropología del desarrollo, movimientos sociales; muchos de sus trabajos han sido realizados en el Pacífico Colombiano; mucho de su trabajo de campo sigue siendo en Colombia.

Descargar Más allá del tercer mundo. Globalización y Diferencia de Arturo Escobar